FÁBULAS
LA GACELA PRESUMIDA

 

Hace mucho tiempo vivía una gacela que era muy hermosa, pero también muy vanidosa.
El cuidado de su belleza le llevaba buen tiempo.
A cada instante consultaba al espejo del lago: “¿Estoy hermosa?” ... “¿Qué opinas, amigo lago?” ...
El tranquilo lago reflejaba la imagen de la coqueta y continuaba en su indiferente descanso.
Un día, la gacela regresaba de casa de doña ardilla, donde con mucha prolijidad le habían barnizado su pelaje hasta dejarlo brillante como un cristal.
Preocupada por si el sol dañaría el barniz recientemente aplicado, se dijo: “Si me expongo al sol, mi barniz perderá su brillo; me guareceré debajo de este nogal y esperaré hasta que el sol se esconda tras el horizonte”.
El nogal, que es muy bromista, quiso hacerle una jugarreta y sacudiendo sus ramas, en pocos instantes la cubrió de hojas secas que quedaron pegadas al pelaje recién pintado.
 

Anónimo